Naufragos

Ayer volví al Micro Abierto de Libertad8, donde suelo ir cada martes a cantar y escuchar, a dar y a recibir. Acabamos sobre las nueve de la noche. Después la gente que fuma sale a la puerta a echarse unas caladas y a repasar la sesión. Los que no fumamos también salimos, pues.
Allí se charla de la canción de uno, la letra del otro, el miedo al escenario, los nervios, lo que uno quería haber transmitido y de a dónde vamos ahora. Yo, como hombre de familia, al cabo de un ratillo tomo el camino de la estación para tomar el tren hacia mi pueblo. Y repaso lo vivido.
Ayer estuve pensando en que hay un grupo de cantautores a tiempo total, verdaderos profesionales de esto, otro de cantautores a tiempo parcial, que lucha por llevar una doble vida, los que empiezan, que intentan estudiar algo mientras la pasión de la música y las chicas les comen el tiempo...y luego estamos los diplodocus, verdaderos naúfragos de la vida, locos por vivir.
La vida nos ha echado a las costas de estos locales, donde damos nuestras últimas bocanadas como podemos, sabiendo que nunca seremos grandes navegantes ya, pero que necesitamos beber y ser bebidos por la m´´usica. No hemos servido para amoldarnos a una vida hogareña y rutinaria y tampoco hemos tenido la velentía de tirarlo todo por la borda y llevar una vida de música.
Y ahí estamos, disfrutando de su juventud y talento -que nos revigoriza- y exponiendo lo único que quizá tengamos: experiencia vital. Quizá les damos la esperanza de que se puede llegar a viejo con un espíritu joven. Y eso es lo que yo quiero darles. Que los mayores no somos siempre seres anodinos, amargados o acomodados. Que la flor renace entre las arrugas de la corteza de árboles aparentemente acabados.

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