Todos somos Don Quijote

Juguemos al juego de la vida. Uno se pregunta al cabo del tiempo por qué luchar, mentir, enamorarse, desengañarse, herir los sentimientos de la gente querida. (Un niño acaba de quitarle las alas a una mariposa, esperando que le crezcan de nuevo...)

¿Es mejor acaso estarse quieto? No. Vivir es aprender, es caerse y volver a levantarse. Recuerdo lo imbecil que he sido tantas veces en mi vida. Y todas las leches que me he llevado por ello. Y lo que he aprendido gracias a ello.

Por eso ahora a veces puedo parecer frio, pero no es eso, es que creo que en la vida nos damos leches todos los días y nos llevamos alegrías por igual; ya no creo en las grandes tragedias, excepto la hambruna de ciertos paises y el abandono de seres humanos en las ciudades. A veces me parece mejor una pequeña muestra de cariño que una gran declaración de amor.

Pero que no se confunda nadie. A mí me da miedo que me hagan daño y procuro no acercarme sin tomar precauciones. Pero no puedo evitar acercarme de todos modos. Nos alimenta igual el dolor que la alegria de los demás.

Hay momentos en que me siento desgraciado porque me siento solo y a merced de los elementos. En esa soledad me siento prisionero de mis miedos. Otras, en cambio, me siento libre, solo, a salvo de las luchas por la posición y el poder. Desde esa soledad me siento fuerte para dar.

Cuando estaba en medio de la vorágine, no me daba cuenta de nada. Los niños, el cole, los médicos, las vacaciones, la hipoteca, el trabajo...

Quizá mañana vuelva a levantarme de nuevo en medio de otra vorágine. Quedan tantas nuevas primaveras... No creáis que lo habéis visto todo, os queda mucho que sufrir y gozar; da igual que tengáis veinte, cuarenta y tres u ochenta. Todos somos Don Quijote.