Una moto.

 La función del ser humano es procrear. Si no, no habría humanidad. Todo gira alrededor de los hijos. De hecho nos dividimos enter quien tiene hijos y quien no. Y de momento para que esto suceda, hacen falta una mujer y un hombre. Lo del hombre ya va quedando como no imprescindible, pero una mujer sí. Lo cierto es que la mayoría sigue funcionando como pareja. La mujer siente que los hijos son suyos. Muchas consideran al hombre solo como partícipe. Algo necesario como iniciador de la vida y como ayudante para criar a esos hijos. En cambio el hombre se siente sobrepasado por ese milagro. El no ha llevado al hijo nueve meses en el vientre. De pronto un dia, de golpe, se encuentra con una pequeña criatura entre los brazos y se hace la promesa de proteger esa vida. 

Y este es el inicio de ese dificil equilibrio, en que el hombre, en cualquier momento se puede ver alejado de ese hijo, porque ella decide que ya no quiere vivr con él. Puede que haya motivos graves o puede que sea un capricho. Eso da igual. En un momento, él se puede ver despojado de su paternidad. Y aqui es donde puede surgir el problema. 

Si la mujer decide que el hijo es suyo y solo suyo, tendremos a un hombre que puede acabar sin casa sin hijos, sin empleo y malviviendo en la calle o, lo que es peor, un hombre que acabe cometiendo un crimen y suicidándose o no, dependiendo de lo culpable que se sienta.

"La verdad nos hará libre" escribió alguien. Por eso en los periódicos nunca se sabe por qué un hombre ha matado a una mujer. Porque no interesa la verdad. Porque con la verdad surgen las dudas y el relato neo-feminista exije la total culpabilidad del hombre. 

Por supuesto que hay hombres malos, pero no todos. Da igual que la mujer le quitara a los hijos o que le dijera de que eran de otro. Se supone en el relato actual que el hombre debe tragar con lo que la mujer, libre y empoderada, decida. Él no decide. Este falso relato olvida que cuando uno golpea, no puede esperar que el golpeado no responda. Es más, no puede esperar que golpee con la misma intensidad con que fue golpeado. 

El asesinato es malo, lo cual no quiere decir que no esté justiicado. Por ejemplo, a nadie le importa que los hombres se pasen el dia matándose en guerras que provocan la ambición de corporaciones. Tampoco parece que a nadie le importe demasiado que mueran constantemente obreros (bastante más que mujeres), por condiciones laborales asesinas.

Hay que reivindicar al hombre como hombre. Defender sus valores ante esta ola de abuso, que está provocando que los machistas salgan de sus cuevas. Y son las propias mujeres las que deben tender la mano a los hombres, dejando de culpabilizarlos. 

Si esto no es así -y de momento no lo es- las mujeres acabarán solas, tanto como lo han estado hasta ahora los hombres. El miedo al otro género va a acabar con una relación de compañerismo y se crearán solo lazos de interés mutuo. 

Porque, aunque haya pasión y enamoramiento, por debajo existirá la desconfianza que esta nueva ola ha propagado. El feminismo, como hizo el comunismo en su dia, ha caido en las redes del enfrentamiento. Necesita un enemigo para reivindicarse. Y, a diferencia del comunismo, ha mirado al lado en vez de mirar arriba. El hombre ya no es su compañero de lucha, sino su enemigo, el impedimento de su propio crecimiento y libertad. 

A las mujeres les han vendido una moto, mientras el capitalismo se frota las manos. Por supuesto, es mi opinión.

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