Culpa y responsabilidad

La culpa es terrible. Es maldad. Es pecado. El culpable merece un castigo y eso da miedo. Así que hay gente que vive toda la vida asustado por la culpa y gente que se pasa la vida rompiendo el contrato con la bondad, negándose a sentirse culpables. Y acaban cometiendo graves errores.

Con la responsabilidad no hay pecado, no hay maldad. Tu cometes un error y pagas las consecuencias, pero no quedas marcado. Claro, que ello depende del error y su gravedad. Si tienes que ir a la cárcel la cosa es fuerte. 

El problema con la culpa es que no es necesario que el daño sea mucho. Basta con que contravengas las normas no escritas de tu sociedad. 

Vivimos en una sociedad inmersa en la culpa. Y en la culpa sólo Dios puede perdonar. Da igual que hablemos de gente de izquierdas o de derechas. En todas partes aparece el síndrome de nuestra educación judeo-cristiana.

El mundo se divide en buenos (los mios) y los malos (los otros). Así que no se discuten las ideas. Si opinas distinto a mi, eres de los malos. Y, lo que es peor, esto se da antes entre los izquierdistas, que se supone abiertos de mente, antes que entre los que van a misa de domingo.

Es interesante que eso se reflejó mucho durante la pandemia, cuando en las redes sociales se bloqueó a innumerables contactos. Y es que, al final, es el poder el que nos manipula mediante el miedo, la mentira y el odio. Así ellos, los de arriba (no los gobernantes, meros comparsas en algunos casos), viven tranquilos, mientras nosotros nos despellejamos.

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