Hombre de pactos

Este es un país acostumbrado al caudillismo. Y eso todavía se arrastra. Nos gustan los presidentes que nos digan que todo va bien y sobre todo que nos lo hagan creer. En la democracia hemos tenido cuatro presidentes. El más fructífero fué el que menos duró. Trabajó sin mucho ruido y sacó buenas leyes: Calvo Sotelo. Suarez, González y Aznar fueron más caudillistas.

Ahora nos ha tocado un Bambi. No nos da confianza, corrige sobre la marcha, pero trabaja. Gonzalez fué hombre de la gran Europa, codeandose con Kohl, aunque se emborrachó de tanta Europa y le costó el puesto. Aznar, hombre de taberna, de chiste soez y de poner los pies encima de la mesa, y que prefiere el vino, se codeó con Bush y nos hizo desear un cambio. Y así llegó ZP.

Zapatero es como la propia democracia: dentro de lo malo, es lo menos malo. Los burócratas al estilo Rajoy, sólo mueven papeles, porque no creen en el desarrollo del hombre, no son humanistas y por tanto no pueden aportar nada a la sociedad. Por otro lado, cómo no mencionarla, Doña Esperanza Aguirre es como Aznar, pero en vez de tabernaria es verdulera, con un lenguaje soez y machista; sí, machista.

Zapatero quizá algún día tenga mayoría absoluta, pero no lo creo. Es un hombre de pactos y está condenado a moverse siempre así, al filo de la navaja, entre las autonomías y la izquierda. Algún día hasta los envidiosos se lo reconocerán.

Su único peligro, su individualismo, espero que lo mantenga siempre a buen recaudo.

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