Las luchas de aquí abajo

La incultura reacciona ante lo desconocido con la destrucción. Y eso os pasa a vosotros, hombres de machacáis a vuestras mujeres, que las cosificáis. Es más fácil tenerlas así que intentar entenderlas. Y eso es lo que os pasa a vosotras, madres que ninguneáis a los padres de vuestros hijos, porque es vuestra única arma contra ellos. Y así transcurre la vida en vuestros matrimonios. Lleváis a vuestros hijos a colegios privados y les mandáis a clase de religión. Pero en esas clases no enseñan la maravilla que supone conocer al otro. Sólo os enseñan a obedecer a las normas, a las "leyes de Dios".

Así vosotras creéis al hombre estúpido y así vosotros creéis que la mujer es dañina, pero no es así, no. Es el miedo al otro el que hace actuar así. Y con los años nos asentamos en la "realidad". Esa realidad escrita y dirigida por otros.

Me hace gracia ver como vosotras, jóvenes chicas emancipadas, odiáis a vuestro padre, porque sois mujeres "liberadas". Las mujeres liberadas de verdad, lo hicieron para no parecerse a vosotras, para ser personas integras, no para luchar con el hombre sino contra el poder; no contra el machismo sino contra el sistema que hace que al final él y tú, tú y ella, os miréis como unos extraños.

Como digo siempre, el problema no es de género, raza o religión, sino de ricos y pobres. Vosotros seguid peleando, que ellos mientras se lo gastan en sus playas privadas.

Y no se trata de odiar a los ricos, hay que ningunearles. Hay que vivir nuestra vida libremente, sonriendo, ayudando, siendo amable, porque cuando odiamos y machacamos les estamos haciendo el juego a ellos.

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