11-M


11M. Un dolor, un enorme dolor sin sentido. Un enorme charco de sangre en medio de goteo incesante de víctimas de la demencia terrorista. No quiero que parezca que para mí son más importantes estas víctimas que las demás. Todas son víctimas del odio, de la insensatez, de la cobardía y de la ceguera. Isaías Carrasco es la última, tan reciente, como muestra de que esta paz de la que disfrutamos y esta democracia no son gratis. Debemos ser plenamente conscientes de lo que valen.

Nosotros somos hijos y nietos de víctimas. Porque en nuestra guerra civil perdimos a muchos familiares y amigos y seguimos adelante y aquí estamos.

Por ello, en nombre de estas nuevas víctimas, debemos seguir construyendo una sociedad mejor en la que no quepan el odio ni el rencor.

Y la torre del recuerdo debe un símbolo de lo que debemos construir. Una sociedad alegre y viva, de todos y para todos, donde todos se sientan partícipes y responsables de su existencia y calidad.

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