Hoy es 10 de Junio.

Hoy es 10 de Junio. Un buen día para morir, pero también un buen día para vivir. He subido un escalón imperceptiblemente, pero sé que lo he hecho. He dado a los míos lo que les tenía que dar y me he sentido bien. Los que nos llamamos artistas nos miramos mucho el ombligo (es imprescindible para hacer obras trascendentales). Pero si no eres un fiera -como en todo- mejor no haces perder el tiempo a los demás. Si eres un genio, te mereces que la gente se entregue a tí, te facilite el ir y el venir. Ramon y Cajal era un mal marido, puede que un mal padre, ¡pero era Ramón y Cajal!. ¿Tengo yo el mismo derecho a que me tenga que soportar el resto del mundo? ¿No es mejor hacerle la vida más agradable a los que quiero?La vida ya se encarga de darnos zarpazos. Cuando vengan no quiero reprimirme y disimular. Quiero ser cierto, puro. Y para ello, tengo que liberarme de toda la hipócrita educación que se ha encargado de enseñarme que debo guardar los sentimientos, que debo esperar el dolor y prepararme para su venida. No, no quiero esperar el dolor, quiero vivir el presente, el presente. Presente. Ahora. Lo que me gusta. Esa sonrisa. Ese niño. Ese arbol. Esa nube. El sol del domingo por la mañana. El silencio de la noche. La gente de los dias de fiesta. Las parejas de jóvenes. Los padres con sus hijos. La primavera. El otoño. El invierno. El verano. Es tan preciosa la vida y nos pasamos el día escondidos por no sufrir.Vivo en un buen sitio, pero mi mujer quiere volver a la ciudad. Mi primera reacción es negativa. Vivo en mi rincón, plácidamente. Automáticamente me doy cuenta de la trampa. No quiero ver pobres, no quiero ver pobres, pero ellos están más vivos que la gente que ahora me rodea. ¿En qué lado quiero estar? ¿Cúal es mi sitio? Lo tengo claro. Ayer estuvimos en Madrid, viendo "La vida de los otros". Se veían muchos inmigrantes africanos, algunos muy hermosos. Todos muy vivos. No como esos que van escondidos en esos féretros negros de 4x4, familias enlatadas, estresadas, que se creen a salvo del mundo, pero con el cancer dentro.
Odio los coches tanto como los uso. Me encanta ver a la gente bajando del autobús. Si solo hubiera autobuses, donde la gente fuera hablando del tiempo, de politica, de futbol, de música, de libros, de vida... O un tranvía, como en Parla, creo. Oh, Dios, si esta rueda que te apresa entre los 30 y los 50 no dejara tantos cadáveres, tantos corazones perdidos para la causa de la belleza. Esta mañana oía a Harvey Keitel distinguir entre política y humanidad y cómo le entendía. La pena de muerte es un problema humano, pero se utiliza políticamente. Lo he dicho hace poco, creo, todos deberíamos pasar por la política de un modo u otro al menos una vez en la vida. Presidentes de comunidad, concejales, responsables de actos electorales. Esto es como todo: hasta que no te metes en ello, no entiendes para qué sirve y que hay gente que está porque no tiene otro sitio, porque les sirve para medrar, porque no podría vivir sin hacer eso, o porque cree firmemente en contribuir de algún modo en el mundo que es su mundo y será el de sus hijos.
Mi hermano Jorge dice que deberían cobrarle muchos impuestos a los que no tienen hijos, a los que no contribuyen a que se mantenga esta sociedad. Creo que hay muchos modos de servir a esta sociedad. No hay nada perfecto y el que es padre no es mejor que el médico que se va al Africa o a Guatemala. Si todos pudiéramos ver qué fácil es llevarse bien. Tanto odio, tanto deseo de poder y tanta frustración no conducen a nada. Puedo meterme en una secta radical humanista o puedo sentarme debajo de un arbol a ver la vida desarrollarse a mi lado.
Creo que he completado un capítulo de mi vida. Ahora empieza otro. Quiero elegir bien. Mi pre-adolescencia y mi adolescencia fueron una mierda -con perdón-, mis 20, inconscientes y perdidos. Creía que sólo se podía querer a una persona; que pareja, sexo y amor iban juntos. No fue hasta que cumplí 35, que empecé a ver todo lo que la vida tiene de bello. Empecé a sentir que me habían mentido, que mi vida había sido dirigida por unos miedosos y resentidos. Ya sabía abrazar y querer a la gente, pero no era consciente de ello y de lo que eso valía. Ahora lo sé y las cosas no van mal. Mi educación cristiana-pequeño-burguesa me dice que hay otros que no son felices. Pero esa felicidad no depende de mí. La vida es una lotería; lo más que puedo hacer es darles apoyo y no ponerme trágico porque eso no es lo que necesitan. No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Creo que no necesito nada material, pero necesito a la gente de manera estruendosa. Quizá me falte ese paso para realizarme: no necesitar a nadie, no necesitar que me quieran, sino querer a la gente. Entonces me encerrarán por loco.